Estructuras líquidas

 

Escribo este post ampliando un poco más sobre los límites naturales y la autoridad nutritiva. Siguiéndo el hilo de otro artículo que escribí al respecto.

El límite que nos rodea
Existe un sistema vivo y estructurado que tenemos bien bien cerca: nuestro cuerpo, una estructura compuesta de diferentes capas. 

   En primer lugar, un gran porcentaje de nuestro cuerpo está compuesto por agua. 
Somos fuertes, capaces, creativ@s, ¡e infinidad de cosas más! Sin embargo, no podemos respirar bajo el agua. Esta es una de las limitaciones de nuestro cuerpo. Protegiéndonos de la muerte podemos aguantar algunos segundos bajo ella, pudiéndonos dar cuenta del peligro y volver a la superficie a respirar.

   Nuestro cuerpo tiene un límite externo: nuestra piel. Un sistema de millones y millones de células, que se coordinan y estructuran para proteger a nuestros músculos, que a su vez sostienen nuestras vísceras y huesos. 
   Los huesos son una estructura rígida que no se sostendrían a sí mismos si no fuera por la existencia de un líquido conjuntivo y flexible (hervido genera gelatina) llamado colágeno. Y dentro de los huesos largos nos recorre un tejido de nuevo flexible: la médula ósea.

   No pretendo extenderme técnicamente sobre la complejidad de nuestro sistema físico corporal. En esencia quiero evidenciar que todas esas capas contienen nuestra alma y al mismo tiempo disponen de cierta elasticidad, por su alto porcentaje en líquidos. 
   Sin nuestro cuerpo no existiríamos en los parámetros terrenales que conocemos. Nuestro cuerpo es de por sí un límite natural. Una contención constante y a la vez en pleno crecimiento. Un sistema de contención que nos permite realizar un sinfín de actividades. A la vez puede desplazarse, bailar,... en definitiva, convivir (cada un@ a su manera) con otros sistemas vivos.
   Llegados a este punto veo nuestro cuerpo como una expresión harmónica del concepto límite natural.

Fuente: Freepik.es

La autoridad creadora de límites
En el marco de la educación alternativa (hablo de escuelitas o proyectos educativos asociativos o cooperativos) veo reiteradamente entre adult@s la resistencia de adoptar, visibilizar o incluso validar la estructura que la sostiene. La estructura nos enfrenta a nuestro poder para sostener los límites que nos rodean.

   Aquí viene cuando es necesario plantearse si nos estamos poniendo un@s a otr@s límites no harmónicos. 
   El motor (no el detonante) que nos impulsa a crear límites es nuestro propio poder para ejercer la autoridad. Cómo desplegamos esta autoridad? De manera suave o dura? Clara o confusa? Fundada o Irracional? Con carga emocional o sin ella? 
   Os invito a reflexionar unos segundos o minutos sobre ello, ya que eso nos da pistas para situarnos como receptor@s de límites. Si ejercemos la autoridad desde la dureza, por ejemplo, tenderemos a interpretar el límite desde la imposición y el autoritarismo. Si solemos ejercerla con confusión, quizás tengamos una tendencia a relativizar el límite, donde no lo reconozcamos con facilidad.
  Asímismo, si empezamos a transformar estos mecanismos escuchándonos previamente (dejándonos esos segundos o minutos para sentirnos) es muy probable que podamos desplegar un tipo de autoridad más nutritiva, que pueda harmonizar en nosotr@s nuestra convivencia con los límites de otr@s sistemas.

imagen: Freepik.com

La autoridad nutritiva que nos cuida
Enfoco la mirada en la relación familiar adult@-niñ@, sea cual sea la estructura familiar.
   Conectar con nosotr@s antes para poder desplegar nuestra autoridad sin pesos extra hacia fuera tiene que ver con hacerse preguntas como: Quiero que la situación acabe porque a mí me molesta, o veo que está debilitando la autoestima del niñ@? Quiero o Veo? Puedo dejar de lado un momento lo que quiero, para observar lo que necesita el/la niñ@? Lo que creo que el/la niñ@ necesita es cierto? Puedo dar un tiempo para acompañar sin palabras al niñ@ para que proponga él/ella como quiere resolver? Puedo sostener una solución distinta a la que yo haría en este momento?
   Hay muchas otras preguntas que surgen tras la primera, y cada@ un@ debe hacer su propio recorrido, pero quizás nos ayude recordarnos que no lo sabemos todo, aunque seamos adult@s, y que cada sistema vivo tiende hacia darse placer, a cuidarse y a protejerse.
   Por todo esto siento que el límite llega naturalmente cuando podemos estar en paz con nuestra autoridad. Una autoridad que nutre y proteje la libertad, ofreciéndola desde el amor y el respeto. Una autoridad que cuida hacia dentro y hacia fuera.

La estructura líquida que se adapta la realidad
Gracias a los límites, puestos y estudiados con ese cuidado al cual me he ido refiriendo, y a la autoridad nutritiva del adult@, el/la niñ@ puede situarse de manera mucho más clara, como dentro de los perfiles imaginarios de un cuadro lleno de vida. El/la niñ@ se encuentra ante un marco donde ejercer su libertad y sentirse segur@.  
  Aquí me gusta recordar el concepto de las estructuras líquidas. Aquellas que pueden irse variando según las realidades de cada momento. Concepto muy ligado al fluir de la vida y su gran capacidad de aceptación del cambio. Ahora bien, ¡Qué diferente fluir con o sin estructura de base! 
  Según mi experiencia dentro de la educación viva desde 2012, la estructura forma parte de nuestra naturaleza entorno a sostener la vida y las relaciones con otros sistemas vivos. Fluir dentro de una estructura nos fortalece, nos proteje y al mismo tiempo nos libera. La estructura nos sostiene si es flexible como un abrazo amable y cálido.

   Yo misma me descubro y afino a diario. A veces lo consigo enseguida, a veces no logro conectarme. Sigo aquí, aprendiendo a escuchar y a escucharme para poder acompañar de la manera más limpia posible. Para conVIVIR.